Muchos creéis que Concha se ha caído por accidente... no, no es cierto, Adri y yo lo maquinamos. Solo tuvimos que usar cuerda transparente para que el accidente tuviese lugar. Pero lo que Adri y yo no sabíamos es que Concha mandaría deberes y no nos quedaban trucos en la manga para hacer algo, así que prometimos a los demás que haríamos algo para evitar que concha volviese.
Nos colamos en su casa olvidando que Concha tenia perros, Coca y Choco. Aun así no paso nada, nuestra extrema valentía logro que saliésemos ilesos solo con un par de heridas considerables y unos mordiscos en el trasero, nada más.
A continuación nos infiltramos en la casa por una ventana abierta propagándonos un fuerte golpe al caer. Pudimos comprobar através de la puerta de la cocina como Concha observaba triste y melancólica su programa "el meridiano”. Aun así sentíamos un rencor tremendo por lo que nos había hecho.
Vimos una taza de café depositada sobre la encimera de la limpísima cocina junto con unas pastillas. Adri y yo tuvimos una brillante idea. Cogimos unos caramelos llamados “mentos” y cambiamos el café por coca-cola (una idea genial por supuesto, y le iba a dar un buen dolor de estomago a Concha) y los dejamos tal y como estaban sobre la pulcra encimera.
Pero en ese momento apareció un hombre de pelo canoso un poco relleno con aspecto serio que parecía ser Antonio, su marido. Adri y yo corrimos hasta escondernos en una abastecida despensa. Allí pudimos observar como este se tomaba las pastillas a la vez que agarraba la taza de "café" para bebérsela, nos entraron ganas de gritar, de impedírselo, pero no era lo mejor porque podrían descubrirnos.
Antonio se marchó y se sentó en otro sillón cerca de concha en la oscura salita iluminada tan solo por la luz que emitía la tele...
Adri y yo subimos por una escalera que acababa en un largo pasillo.
Fuimos explorando habitación por habitación a Adri y a mi no paraban de ocurrírsenos distintas ideas para evitar la vuelta de Concha.
Nos dirigimos a su habitación ( muy desordenada comparada con la cocina) la cama estaba sin hacer y la ropa se acumulaba en el suelo. Estaba todo muy oscuro no se podía distinguir nada, así que Adri encendió la linterna que llevaba en su mochila.
Adri y yo inspeccionamos el cuarto, ¿que podíamos hacer? Adri tubo una idea y saco un paquete de chinchetas que había en su mochila junto con la linterna. No hicieron falta palabras, era una gran idea .
Así que rellenamos la cama con chinchetas (todo había quedado muy bien).
De pronto escuchamos unos gemidos, era Antonio nuestra mezcla había echo efecto. Escuchábamos como Concha le recomendaba que se acostara, para así sentirse mejor y huimos hacia el baño tan pulcro o incluso mas que la cocina. Las ideas brotaban y brotaban en nuestras pequeñas cabecitas.
Cambiamos el champú por limonada (Adri lleva muchas cosas en la mochila) y pegue el chicle que me estaba comiendo en una esponja de color celeste.
Pero en ese momento apareció un hombre de pelo canoso un poco relleno con aspecto serio que parecía ser Antonio, su marido. Adri y yo corrimos hasta escondernos en una abastecida despensa. Allí pudimos observar como este se tomaba las pastillas a la vez que agarraba la taza de "café" para bebérsela, nos entraron ganas de gritar, de impedírselo, pero no era lo mejor porque podrían descubrirnos.
Antonio se marchó y se sentó en otro sillón cerca de concha en la oscura salita iluminada tan solo por la luz que emitía la tele...
Adri y yo subimos por una escalera que acababa en un largo pasillo.
Fuimos explorando habitación por habitación a Adri y a mi no paraban de ocurrírsenos distintas ideas para evitar la vuelta de Concha.
Nos dirigimos a su habitación ( muy desordenada comparada con la cocina) la cama estaba sin hacer y la ropa se acumulaba en el suelo. Estaba todo muy oscuro no se podía distinguir nada, así que Adri encendió la linterna que llevaba en su mochila.
Adri y yo inspeccionamos el cuarto, ¿que podíamos hacer? Adri tubo una idea y saco un paquete de chinchetas que había en su mochila junto con la linterna. No hicieron falta palabras, era una gran idea .
Así que rellenamos la cama con chinchetas (todo había quedado muy bien).
De pronto escuchamos unos gemidos, era Antonio nuestra mezcla había echo efecto. Escuchábamos como Concha le recomendaba que se acostara, para así sentirse mejor y huimos hacia el baño tan pulcro o incluso mas que la cocina. Las ideas brotaban y brotaban en nuestras pequeñas cabecitas.
Cambiamos el champú por limonada (Adri lleva muchas cosas en la mochila) y pegue el chicle que me estaba comiendo en una esponja de color celeste.
Volvimos a escuchar gritos, otra vez de Antonio, nada nos estaba saliendo bien. Los gemidos se acercaban cada vez mas a nosotros por aquel pasillo oscuro, no sabíamos a donde ir, estábamos perdidos...o no. Si nosotros no veíamos ¿porque iba ha hacerlo el? Salimos corriendo del cuarto de baño como si nos fuera la vida en ello y por suerte no nos vio.
Adri y yo dimos por echo que el que iba a picar en las trampas del baño iba a ser Antonio, pero no nos rendimos así que seguimos explorando por aquel pasillo oscuro de habitación en habitación mientras oíamos los lamentos de Antonio que ,dolorido ,y con una esponja pegada a la cabeza, se había acostado en la cama.
El silencio volvió a la casa, el pasillo parecía estar mas oscuro que antes y todo había cobrado un aspecto siniestro, el murmullo de la tele dejo de escucharse y oímos pasos, sin duda tenían que ser los de Concha que estaba subiendo la escalera.
Adri y yo estábamos nerviosos se nos iba a salir el corazón del pecho así que , sin pensarlo si quiera, abrimos la primera puerta que vimos.
Parecía ser una biblioteca, las estanterías eran altas, estaban repletas de libros de literatura y poesía, de política e historia, de fantasía...
Llegaban al techo y cubrían todas las paredes de la habitación. En el centro de la estancia había una enorme mesa de oficina tallada en roble, llena de papeles y documentos escritos.
Alguien abrió la puerta, Adri y yo no sabíamos que hacer no había hueco o escondite alguno en aquella habitación.
Concha nos había descubierto.
-¿Adri? ¿Celia? ¿Que estáis haciendo en mi casa?- pregunto.
Había que confesar no valía la pena, así que le explicamos que estábamos resentidos porque nos había puesto un ocho.
Ella se río.
-¿Por eso le habéis echo todo eso a mi marido?- dijo con tono burlón y sin parar de reír- Si os he puesto un ocho es porque se que podéis hacerlo mucho mejor.
Concha se reía así que, como estaba tan contenta, nos dirigimos a la puerta para irnos.
-¿A dónde creéis que vais? Después de lo que le habéis hecho a mi marido,¿no creeréis que os vais a ir de rositas no?
Y aquí estamos, limpiando la habitación de Concha... (seguro que por eso tiene la casa tan limpia)
FIN
Quiero dedicar mi relato a Concha la protagonista, que aunque me haya puesto un ocho la quiero mucho.
Y a su marido también ee jeje je ( aunque no lo conozco muy bien)
¡Genial, Celia! No he parado de reirme. ¿Así que habéis sido Adri y tú los causantes de todos mis males? Me lo imaginaba...
ResponderEliminarPara instruiros en cómo hacer un crimen perfecto os voy a invitar a los dos a tomar una merienda en mi casa que, por cierto, no tiene planta superior.
Llevas razón, Celia, el ocho que te di sólo tiene el sentido de recordarte de que puedes hacerlo mucho mejor y que tienes que sacudirte todos tus miedos, comenzando por el escénico. Me ha conmovido lo que me dices al final. Yo te quiero mucho y estoy muy orgullosa de ti.
Concha
Celia, el verbo hacer lleva siempre H
ResponderEliminarhecho y le habéis hecho. Anda, ponlo bien. El resto, perfect